De manera inesperada, el proceso
del general Salvador Cienfuegos en la Corte Federal de Brooklyn tomó un
giro en la víspera de que, como estaba programado, el exsecretario de la
Defensa tuviera este miércoles una nueva audiencia ante la jueza Carol
Bagley Amon. El Departamento de Justicia informó a la Corte que se
desistía de las acusaciones contra el militar, y que dejaría que la
Fiscalía General, que abrió una investigación en México, realizara sus
pesquisas por sus presuntos vínculos con el cártel de los hermanos
Beltrán Leyva y, si así fuera el caso, lo procesara. El general
Cienfuegos viajará en breve a México escoltado por alguaciles
estadounidenses, donde encontrará la libertad, ahora y para siempre.
El gran golpe diplomático mexicano fue alcanzado por la insistente
gestión del canciller Marcelo Ebrard, ante el procurador general
estadounidense William Barr, al entender lo que estaba sucediendo hacia
el interior de las Fuerzas Armadas y el conflicto que estaba creciendo
con el gobierno civil. Desde un principio, el espíritu de cuerpo en la
Secretaría de la Defensa salió a arropar al general Cienfuegos, y ante
la presión interna que generales en activo y retirados hicieron sobre el
secretario, el general Luis Cresencio Sandoval, le pidió al presidente
Andrés Manuel López Obrador actuar en forma fuerte a favor del Ejército.
El generan Sandoval tenía en ciernes una rebelión de los altos mandos
del Ejército, que a su vez expresaban su molestia con el Presidente por
lo que consideraban agresiones sistemáticas en su contra.
López Obrador, que había aceptado sin chistar la detención del
general Cienfuegos, justificando incluso el derecho estadounidense de
hacerlo sin informarles, escuchó los argumentos del general Sandoval,
quien explicó, según funcionarios mexicanos, que más allá si el general
Cienfuegos era culpable o no, la acción estadounidense era un insulto a
la institución y, sobre todo, una violación de la soberanía. El
Presidente entendió el mensaje e instruyó a Ebrard a enviar una nota de
protesta al Departamento de Estado, pidiendo explicaciones de la
detención sin haberles notificado. Tras la nota, dijeron funcionarios
mexicanos, habló varias veces con Barr -con quien también habló el
fiscal Alejandro Gertz Manero-, y le comunicó que México estaba
considerando medidas en represalia sobre la cooperación bilateral en
materia de seguridad, porque habían “destrozado el principio básico de
toda cooperación, que es la confianza”.
El Departamento de Justicia cedió, y notificó a la jueza Amon que
retiraba todos los cargos por importantes “consideraciones sensibles y
de política exterior que rebasaban el interés en seguir el proceso
contra el acusado”. La decisión en Washington, sin embargo, no significa
que hayan dejado de pensar que el general sea culpable. En la petición a
la jueza, el fiscal adjunto Seth DuCharme, y el jefe de la Sección de
Narcotráfico Internacional y Lavado de Dinero del Departamento de
Justicia, Allen Bode, afirmaron que la evidencia acumulada “es fuerte, y
el acusado fue investigado, acusado y procesado, de manera consistente
con los principios” federales. Es decir, para el gobierno del presidente
Donald Trump, el general Cienfuegos sí trabajó para el cártel de los
Beltrán Leyva y sí recibió sobornos a cambio de protección de otros
cárteles de la droga durante una década.
Un Gran Jurado en Brooklyn lo encontró culpable el 14 de agosto del
año pasado por delitos relacionados con narcotráfico y lavado de dinero,
pero mantuvieron a oscuras al gobierno mexicano hasta el día en que lo
detuvieron el 15 de octubre en Los Angeles. La razón por la cual no
informaron al gobierno mexicano, dijeron funcionarios estadounidenses,
era porque si lo comunicaban, temían que el Ejército lo arropara, y que
si se pedía su extradición, moriría en el burocratismo deliberado. Es
decir, el temor era la impunidad. Ayer decidieron que el costo de
procesarlo era mayor que el beneficio, y los intereses estratégicos de
largo plazo fueron más importantes que los coyunturales. NOTA DEL BLOG: O SEASE QUE EL PRESIDENTE TRUMP ESTA PENSANDO A LARGO PLAZO POR LO QUE DEBERIA PENSARSE QUE TIENE LA SEGURIDAD DE QUE EL CONTEO FINAL DE VOTOS SALDRA A SU FAVOR Y SE REELEGIRÀ
Sin embargo, esto no puede, ni debe, considerarse como una victoria
del gobierno mexicano, porque siguen en su poder “miles de mensajes”
interceptados por la DEA en donde presuntamente se confirma la relación
de militares y altos funcionarios del gobierno con el narcotráfico.
Entre lo que tienen está la prueba reina para el Departamento de
Justicia, una grabación del general Cienfuegos con quien era el jefe del
cártel de los Beltrán Leyva, Juan Francisco Patrón Sánchez, apodado El H-2.
El regreso del general Cienfuegos, que podría ser autorizada hoy
mismo por la jueza Amon, le ayuda por un tiempo, al menos, al Ejército
Mexicano, que presionando al presidente López Obrador obtuvo que las
Fuerzas Armadas no fueran sentadas en el banquillo de los acusados en
Brooklyn. El exsecretario no era el único militar bajo proceso, aunque
él fuera el único detenido por ahora, sino que había otro número nunca
determinado de militares que también iban a ser exhibidos como presuntos
colaboradores del narcotráfico. Bajo la lógica de la investigación del
Departamento de Justicia, toda una cadena de mandos en la costa del
Pacífico, de Guerrero a Nayarit, estaban involucrados con los cárteles
de la droga.
La decisión del Departamento de Justicia provocó una enorme sorpresa
por lo inusual, sino insólito de la moción, que incluyó el que las
autoridades estadounidenses no exigieran una garantía de que el general
Cienfuegos sería procesado. El canciller Ebrard dijo que retomará la
Fiscalía la investigación iniciada en Estados Unidos, pero ni en
Washington ni en la Ciudad de México cabría la ingenuidad de que eso
sucederá. ¿Qué pudo ser tan importante para el Departamento de Justicia
para que el principal caso de narcotráfico en la historia de su lucha
contra los cárteles y la corrupción en México fuera sobreseído? Fue la
estabilidad y la gobernabilidad en México. La molestia era tanta en la
Secretaría de la Defensa, que la tensión y la inconformidad con López
Obrador iba creciendo. Había que pararlo. Y El gobierno de Donald Trump
entró al rescate.
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